En el reciente Congreso de Fenalco, Álvaro Uribe, expresidente de Colombia y figura prominente del Centro Democrático, ha levantado una voz de alerta sobre el impacto que los impuestos elevados tienen en la economía del país. Su afirmación de que «los impuestos exagerados ahuyentan la inversión y el empleo» es un eco de preocupaciones que resuenan en muchos sectores de la economía colombiana.
Uribe destaca que, tras la Reforma de 2022, Colombia se encuentra en el rango más alto de impuestos a las sociedades dentro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Aunque se ha propuesto reducir la tasa corporativa al 30% en un período de cuatro años, la realidad es que esta cifra aún nos mantiene en un contexto de alta carga tributaria comparativa. Por si fuera poco, el aumento a una tasa marginal del 41% para las personas naturales podría agravar aún más la situación.
El problema de los altos impuestos no es solo un tema de cifras. Una carga fiscal desmedida desincentiva a los inversionistas tanto nacionales como extranjeros. Las empresas, al enfrentar tasas impositivas tan elevadas, tienden a reducir su capacidad de expansión, limitar la creación de nuevos empleos y, en el peor de los casos, optar por trasladar sus operaciones a países con condiciones fiscales más atractivas.
Uribe proporciona un contexto comparativo que ilustra la desventaja que enfrenta Colombia en términos de competitividad. Mientras que la suma de las tasas impositivas en nuestro país puede alcanzar un abrumador 71%, países como México y Chile se sitúan en cifras significativamente más bajas. Esta diferencia se traduce en un entorno más favorable para la inversión en esos países, donde las empresas pueden operar con una carga tributaria más manejable.
Desde una perspectiva política, es fundamental considerar las implicaciones de estas políticas fiscales. Si el objetivo del gobierno es fomentar el crecimiento económico y la generación de empleo, es imperativo replantear la estructura impositiva. Un entorno de alta tributación no solo ahuyenta la inversión, sino que también empobrece las oportunidades de los colombianos en un mercado laboral ya debilitado.
En conclusión, la advertencia de Uribe sobre los impuestos exagerados no es un mero discurso político; es una llamada a la reflexión sobre cómo las políticas fiscales pueden moldear el futuro económico del país. La competitividad internacional es un factor determinante en la atracción de inversiones y, por ende, en la creación de empleo. Si Colombia aspira a ser un jugador significativo en la economía global, es urgente un cambio en su enfoque tributario que promueva, en lugar de obstaculizar, el desarrollo económico y social.
En ese sentido, el mandatario anexó un cuadro en el que afirmó que «se puede ver que mientras en Colombia la suma de ambas tasas da 71%, en México 65%, en Chile 62,5%, en España 53%, en Estados Unidos 58%, en Canadá 48%, en el Reino Unido 64% y así sucesivamente»
Uribe cuestionó fuertemente la nueva reforma laboral y afirmó que «si el país tuviera austeridad estatal y vigorosa inversión privada se entendería la idea de excluir las inversiones ambientales de la regla fiscal. En las actuales circunstancias sería una autorización para más gasto y más deuda con crecidos costos de financiamiento. No es del todo claro el cobro del IVA completo a los vehículos híbridos y a las apuestas digitales».
Reforma Laboral
De la reforma laboral, el expresidente señaló que esta iniciativa ha creado toda la desazón en los colombianos que generan empleo.
«Por fortuna, y gracias a algunos parlamentarios como nuestro compañero Andrés Forero, Representante a la Cámara, se ha logrado excluir temas del Derecho Colectivo del Trabajo que harían mucho daño, que eliminarían el diálogo del empleador con el trabajador y lo habrían trasladado al sindicalismo político de industria. En Colombia existen recargos, en 2003 adaptamos horarios a las necesidades de servicios extensos, hasta de 24 horas, de consumidores o de jóvenes que para estudiar y trabajar requieren la noche o el domingo»
El exmandatario señaló que debido a la incertidumbre y la falta de oportunidades se han ido del país, sin intención de regresar, más de dos millones de colombianos, lo que ha llevado a una disminución del desempleo y un aumento de remesas.
Asimismo, agregó que en «materia de orden público hay muchos “nubarrones” y la seguridad sigue empeorando. El año pasado se registraron 13.555 homicidios y a julio de este año van 7.679. También se refirió al apartado de secuestros en 2023, con cifras que ascienden a 254 y, en los siete primeros meses del año, ya van 110. También hace referencia a la cifra de 117 líderes sociales asesinados en año y medio y el aumento de cultivos de coca, donde las hectáreas sembradas superan las 300.000″ dijo el exmandatario quien cuestionó el hecho de que detrás de las guardias campesinas indígenas se estén incubando nuevos paramilitarismos.