La debilidad del peso colombiano y el grado de incertidumbre del país son factores que hoy pueden jugar en contra del apetito inversionista por Colombia. ¿Qué esperar de este año?
Al revisar el comportamiento reciente de algunas variables financieras resulta evidente que los mercados le asignan a Colombia un mayor grado de incertidumbre. El riesgo país, medido a través del seguro de impago de la nación a 5 años, hoy se encuentra por encima de la medida de Brasil que tiene una posición fiscal mucho más débil y una calificación crecidita menor.
Así mismo, el peso colombiano, a pesar de las ganancias recientes, se ha depreciado 14% en 2022, un movimiento que si bien en parte es explicado por la fortaleza del dólar a nivel global (6% desde enero del 2022), nos deja muy alejados de la dinámica de las monedas de la región que en promedio van ganando 8,6%. Bajo esta coyuntura, asumir que los capitales están abandonando el país y que la inversión extranjera se está retrayendo es una tesis que hace sentido. Sin embargo, los datos demuestran todo lo contrario: el apetito inversionista por Colombia no solo se mantiene, sino que se encuentra en máximos de los últimos cinco años.
De acuerdo con las cifras de la balanza de pagos del Banco de la República, en el 2022 ingresaron al país US$17.000 millones por concepto de Inversión Extranjera Directa (IED), un monto récord para los registros que existen desde 1996. Más aun, al sector minero energético que ha estado sujeto a ajustes de política pública, llegaron en 2022 US$4,4 mil millones (en parte explicado por los buenos precios del petróleo). El cambio político no fue impedimento para que en el segundo semestre del año pasado ingresara el 42% del total de 2022, incluso con el petróleo retrocediendo 25% entre junio y diciembre.
Esta tendencia se mantiene en 2023. La balanza cambiaria del emisor muestra que en los dos primeros meses del año en curso la IED se ubica en niveles cercanos a los observados en 2020, que a su vez son los registros más altos desde 2015. Mientras tanto en el rubro de Inversión de Portafolio (IP), los flujos de enero contrarrestaron las ventas de febrero, lo cual nos deja en los dos primeros meses del año en una posición muy similar a la de 2022, que a su vez es el mejor resultado desde 2019. Con todo esto, el año pasado al país ingresaron cerca de US$20.000 millones por concepto de IED e IP, mientras que en los dos primeros meses de 2023 acumulamos flujos cercanos a los US$2.000 millones.
Estas cifras más que contrarrestan las salidas de capital colombiano hacia el exterior que si bien crecieron con fuerza el año pasado (ubicándose en máximos desde 2019 para el rubro de inversión directa), representan un monto mucho más pequeño que el de los flujos hacia el país. En 2022, la salida de capitales nacionales representó cerca de US$6,7 mil millones, mientras que, en los dos primeros meses de este año prácticamente las salidas dejaron de observarse al sumar los rubros de inversión directa y de portafolio colombiana en el exterior. Resulta interesante pensar que en 2022 los flujos hacia Colombia fueron casi tres veces las salidas y que en lo corrido de este año la relación es mucho mayor.
Más allá de lo contraintuitivo que resulta esta relación entre flujos llegando con fuerza y la devaluación de la tasa de cambio, para nosotros constituye un argumento a favor de la corrección a la baja que esperamos para la moneda. Esto de la mano de la expectativa de un dólar global más débil y una menor prima de riesgo una vez las discusiones políticas se moderen, nos hacen pensar en niveles entre $4.400 y $4.500 para el cierre del año.