Las compras con tarjetas de crédito están creciendo a un ritmo vertiginoso en Colombia. Y según los datos de la Superintendencia Financiera, con corte a mayo, la deuda total con ellas ascendía a $7,9 billones, un 45% más alta si se compara con el mismo mes del año pasado.
En ese contexto, Jorge Castaño, superintendente financiero, manifestó su preocupación y señaló que la cartera de los establecimientos crediticios está creciendo, “pero está creciendo en modalidades que no son las más razonables en esta coyuntura”.
El funcionario hizo notar que mientras hace unos años algunos usuarios caían en mora 11 o 12 meses después de tomar la deuda, ahora lo hacen en periodos de 90 días.
Deuda “tóxica”
Jaime Jaramillo, asesor y cofundador de Finanzas Emocionales, subrayó que la preocupación del superintendente radica en que la deuda con la banca crece en segmentos crediticios como el de consumo, en el que se destinan los recursos a viajes o bienes que no son durables.
Recordó que a raíz de la pandemia, el Banco de la República bajó las tasas de interés a mínimos históricos con el objetivo de estimular el consumo privado. Sin embargo, la situación ha cambiado mucho desde 2020 y ahora los colombianos enfrentan un elevado costo de vida. Y para controlar esa situación, los intereses que se pagan por los préstamos están aumentando.
Según Jaramillo, poner a raya los elevados precios que están pagando los consumidores exige frenar el gasto y eso conlleva a una desaceleración económica. Desde su perspectiva, bajo ese escenario aumentaría el riesgo de impago a las entidades financieras.
Los expertos han argumentado que si los bancos no recuperan el dinero de los préstamos, puede generarse una crisis de “efecto dominó”, como la hipotecaria de 2008 en Estados Unidos.
“Una crisis por tarjetas de crédito y consumo sería más grave que la del 2008 en EE. UU., porque allá los bancos tenían las propiedades como prenda de garantía. En cambio aquí: ¿Qué podrían embargar? Además, cuando los bancos están bajo amenaza de quiebra, muchas veces son rescatados por los gobiernos con dinero de los contribuyentes”, subrayó el asesor de Finanzas Emocionales.
Llamado a la prudencia
A juicio de Alfredo Barragán, experto en banca, “si estamos ad portas de una contracción económica tenemos que ser más precavidos”. Y es que desde la óptica de varios expertos consultados, ha faltado cautela teniendo en cuenta que el cupo de las tarjetas vigentes en el país pasó de $62 billones a $100 billones entre 2019 y lo que va de 2022.
Wilson Triana, consultor financiero, enfatizó en que “las tarjetas de crédito son un producto de fácil acceso y con cupos atractivos que en ciertos casos pueden estar por encima de las posibilidades que tienen muchos hogares de atender un alto endeudamiento”
“Su uso —añadió— debe ser moderado, mucho mas si se tiene en cuenta que, con todas las tácticas de la banca, en cualquier momento las personas se expone a llenar su bolsillo con mas de una”.
¿No hay riesgo todavía?
Hernando José Gómez, presidente de Asobancaria, sostuvo que “los hogares no están sobreendeudados y en este momento las cifras están entre 30% y 32% en la carga de endeudamiento. Normalmente, se considera que solo entramos a una zona de peligro cuando estamos en 40%”.
No obstante, le dio la razón al superintendente financiero y reconoció que se debe mermar el ritmo en la concesión de los préstamos “para que de ninguna manera vayamos a cruzar ese umbral del 40%, que es el máximo razonable”.
“Toca empezar a moderar el crecimiento de la cartera, especialmente la de consumo, ese es el mensaje que nos ha enviado el Banco de la República, que ha aumentado sus tasas de 1,75% a 9%; ese es un mensaje del banco diciendo: moderen el crédito”, comentó el jefe gremial.
Gómez indicó que con el ajuste en los desembolsos, muy probablemente esos créditos de consumo “van a converger hacia la tasa de crecimiento general, que va estar este año por el orden del 12%”.
Quien pueda, ahorre
Jaime Jaramillo expuso que la desaceleración económica es una realidad cada vez más cercana debido a las altas tasas de interés que frenan el gasto y merman la generación de riqueza.
“Cuando hay una recesión todo se pone más barato, ¿entonces quién gana en una recesión? El que tiene dinero guardado y a la mano para comprar. En la crisis hipotecaria del 2008 ganaron los que tenían plata ahorrada cuando las casas que valían un millón de dólares se negociaban en US$300.000, la recomendación en este momento es tratar de ahorrar”, puntualizó