Por Pilar Rodríguez Especial Revista Viernes Cultural
Desde hace un tiempo se escucha en los pasillos la palabra: “aguateros”. Se sabe que son un grupo de jóvenes que llevan agua y refrigerios a los policías que se encuentran defendiendo la democracia en los paros. Si, defendiéndola como dijo el coronel Plazas aquella noche de noviembre de 1985.
Pero, ¿quién es la persona responsable de esta labor tan especial? La respuesta lo sorprenderá cuando le diga que es una mujer. Sí señor, aunque usted no lo crea, es una femenina la que tiene la gallardía de enfrentarse a un sector bastante peligroso con el único propósito de dignificar la labor de la policía, y no de cualquier policía, sino de aquel que defiende con su tonfa y muchas veces sin un escudo ante la barbarie de las “papas bomba”, piedras, y proyectiles reales de armas de fuego. Esto es un claro desequilibrio de medios.
Antes de seguir contándoles por qué hago lo que hago, quisiera contarles algo de mi vida y porque hoy en día pasé a ser reconocida como “la aguatera de los héroes”.
Mi historia no es diferente a la que viven muchas mujeres en Colombia, víctimas de la inasistencia alimentaria de un padre y a la muerte violenta de una madre a tan solo 7 años de edad. Pero también con la bendición de tener una abuela y tíos que me apoyaron para hoy en día ser quien soy. Acá en esta parte sería injusto no nombrar a mi hermano, juntos de la mano logramos superar muchos obstáculos desde nuestra infancia, siempre dando más de lo que recibimos. Escribiendo estos renglones recuerdo con nostalgia cuando llevábamos leña al pueblo y con ello conseguir recursos para nuestros gastos. En esta parte es donde todo se pone interesante, con lo que ahorrábamos mi hermano logró irse para la capital y allí en dos largos años, él como domiciliario y yo en la finca junto a mis abuelos. No miento que fue emocionalmente muy complejo asimilar que él se fuera, ya que era mi figura paterna. Sin embargo, Dios no deja ninguna ficha al azar, y una vez él logró ingresar a la Policía, estaba yo empacando maletas para también ir a enfrentarme a la selva de Cemento. Sabía que él me iba a necesitar y yo a él.
Acá volvimos a iniciar, solos, pero no de cero, ya teníamos claro que íbamos a luchar por nuestros sueños. Inicie un negocio de tintos, luego un emprendimiento de pijamas, becada para estudiar mercadeo y publicidad. Mi hermano en la Policía sacrificando día y noche para lograr estar mejor. No puedo sacar de mi mente esa imagen en la que una tarde llegó con hambre, cansado, sin dormir. Fue en este momento cuando entendí lo complejo que es la vida de un policía, pero a su vez me sentía cada vez más orgullosa de ver el hombre que era mi hermano, pulcro, correcto y sobre todo un alto grado de pertenencia con la institución. Algo difícil de entender para quien no tiene cerca esta experiencia.
Para el año 2019 debido al “paro nacional” … fui testigo de cómo eran maltratados muchos de los amigos de mi hermano por parte de los “manifestantes”. Es así como por voluntad propia decidí llevarles algo de agua y unos refrigerios a un grupo de policías que se encontraban ubicados en la carrera 7 con Jiménez. Esta gente estaba sedienta, ya que no podían movilizarse bien, tenían hambre y sin pretender recibir flores, uno de ellos me dijo: …” monita, usted es un Ángel, gracias” …, él no necesitaba haberme dicho nada, solo con la mirada atravesando ese casco negro supe lo agradecido que estaba con mi labor.
Esta experiencia se la narré a algunos amigos y decidimos que íbamos a despertar más miradas como la de ese policía que nunca lo volví a ver, pero tengo la fe que él se encuentra bien, o por lo menos eso es lo que quiere creer mi mente. Recordemos que estamos en Colombia y los policías no son precisamente los más queridos para la delincuencia organizada.
Una vez en los diferentes “paros armados”, perdón, en los diferente “paros o manifestaciones”, siempre estábamos mis compañeros y yo brindando agua y refrigerios a quienes nos defienden y nos protegen. Esto despertó muchos sentimientos, algunos no tan buenos, ya que he sido amenazada de muchas formas, me envían fotos de mi casa al celular, me cerraron la cuenta de tiktok con más de 16 mil seguidores, recuerdo un taxista que me dijo que para que defendía a esos asesinos y que yo era una asesina igual que ellos. No miento, fueron semanas que no lograba dormir bien, varias veces pensé en claudicar en esta labor, hasta que un día recordé aquella mirada de agradecimiento de ese policía, sí el mismo de aquella primera vez, y fue en ese momento cuando decido que iba a llevar a cada rincón donde pudiera el mensaje que muchos se niegan a oír, que ahí dentro de cada uniforme esta mi hermano, ese niño huérfano que cargaba leña, que reía y soñaba con salir adelante, ese mismo que llegaba cansado, sin comer y sin dormir. Surgió así, la fundación de aguateros de los héroes, que logra llevar una voz de aliento a todos nuestros policías y replicar el mensaje que ellos no pueden dar.
No sería justo terminar este mensaje sin antes darles este perturbador dato, más de 60 policías fueron asesinados en el año 2021. Ahora bien, ¿usted logra entender la dimensión del problema? ¿Cierto que sí vale la pena llevar un refrigerio y aguantar las amenazas constantes? Esa respuesta no se la daré, es usted a quien invito a que me acompañe y logremos algo en común.