La ministra de Comercio de Iván Duque, María Ximena Lombana, nos dio la mejor prueba de lo mal que nos ha ido a los colombianos con el TLC con Estados Unidos. Porque en el informe oficial al respecto –de 16 páginas–, calculado para embellecer lo ocurrido en esta década, utiliza numerosas cifras parciales, pero, con actitud dolosa, calculada para engañar, no se refiere a la balanza comercial entre los dos países, la única información que no puede faltar en un análisis serio y veraz que mida el comercio internacional, pues esas balanzas establecen, año por año, a cuánto ascienden las exportaciones y las importaciones nacionales de bienes y servicios (minComercio: https://www.mincit.gov.co/prensa/noticias/documentos-noticias/insumo-medios-10-anos-del-tlc-con-ee-uu.aspx).
Y la oculta porque ella sabe que la balanza comercial era positiva para Colombia antes del TLC y que ese tratado leonino la volvió negativa en grandes montos, al dispararse las importaciones de bienes norteamericanos y estancarse o reducirse las exportaciones colombianas.
Estas son las verdades que oculta el gobierno: la Balanza Comercial de todos los sectores con Estados Unidos, que fue positiva para Colombia entre 2003 y 2011 en US$34.671 millones, se volvió negativa por el TLC en US$14.762 millones entre 2013 y 2021. Si se suma lo que se dejó de ganar y lo que se perdió entre 2003 y 2021 –sin contar el 2013, porque ese fue un año de transición entre una etapa y la otra– las pérdidas totales para Colombia suman US$48.443 millones, cifra enorme que significa más quiebras, más desempleo y más pobreza.
En los intercambios agrarios entre los dos países también nos ha ido muy mal. Porque la balanza comercial 2003-2011, que fue positiva para Colombia en US$1.185 millones, se volvió negativa a favor de los norteamericanos en US$7.622 millones entre 2013 y 2021, dado que las importaciones se elevaron de US$7.798 millones a US$23.023 millones. Una auténtica masacre de campesinos, indígenas, obreros agrícolas y empresarios.
En el caso de la industria, en la que antes del TLC con Estados Unidos ya nos iba muy mal a los colombianos, las cifras se empeoraron porque las importaciones superaron a las exportaciones –balanza comercial negativa– ya no en US$45.753 sino en US$54.137 millones durante los mismos períodos.
Para empeorar las cosas, las exportaciones tradicionales de Colombia a Estados Unidos –café, banano, flores, petróleo, carbón, oro y níquel–, las de siempre que se exportan con muy poca o ninguna transformación, se redujeron en US$4.970 millones entre los mismos lapsos–, al pasar de US$85.532 a US$80.562. Y aquí cabe una advertencia de notable importancia para seguir desnudando engaños: como ninguno de estos productos necesitaba del TLC para seguir vendiéndoseles con cero arancel a los norteamericanos, ni un dólar de esas ventas es ganancia del tratado. (Todas las fuentes de las cifras anteriores: https://wp.me/a99Bcq-3vB).
En un país distinto a la Colombia de Iván Duque, la ministra de Comercio ya habría tenido que renunciar a su cargo porque este ocultamiento de la verdad es una manera de engañar y mentir, trampa que además tiene el propósito execrable de impedir que crezca el clamor nacional a favor de que el TLC con Estados Unidos sea revisado y modificado, posibilidad legal que niegan los que no conocen del tema y los que tienen intereses particulares para que eso no suceda.
Contarles a los que dicen que la oposición a las malas medidas no sirve, que este TLC se tramitó en Colombia y Estados Unidos para que entrara en vigencia en enero de 2006 y no en 2012, seis años después, como a la postre sucedió. Porque la resistencia civil aquí y allá les enredó el trámite, con las grandes ganancias para Colombia que demuestran las cifras anteriores pero que no modificó una inmensa amenaza poco conocida: de acuerdo con el Tratado, están sentenciados a muerte todos o muchísimos de los ganaderos de la leche a partir de 2026 –porque se impondrán aranceles a las importaciones de cero por ciento–, así como los arroceros y productores de pollo desde el 2030, masacres que les impedimos anticipar seis años.
Durante los varios años que duraron los debates en contra de los trámites de los TLC –incluido el de la Unión Europea, que es tan malo para Colombia como el de Estados Unidos–, nunca pudieron los neoliberales criollos demostrar que los colombianos seríamos ganadores, en contraste con las incontables y serias pruebas en contra que dimos los opositores. Y no pudieron darlas porque estos tratados son unas especies de formas Minerva –iguales todas– impuestas por los Estados sede de las trasnacionales de todos los tipos, y no con el fin de promover la libertad económica global y el verdadero progreso de países como Colombia, sino para establecer el ventajismo planetario de cada vez menos potencias económicas y monopolios globales.
Coletilla: dado que el TLC con Estados Unidos es un documento de más de mil páginas y numerosos capítulos, para someter todos los asuntos de la vida de Colombia a su interés, adjunto este enlace a un libro de mi autoría publicado en 2009, que lo analiza capítulo por capítulo