En su reciente declaración, el presidente Gustavo Petro sorprendió al país al afirmar que se siente intimidado por los expresidentes, quienes, según él, deberían estar interesados en la reelección porque podrían competir en ella. Esta afirmación no solo desvela una tensión latente en el panorama político colombiano, sino que también plantea una reflexión profunda sobre la dinámica de poder y el riesgo de perder valores democráticos.
La política es, en esencia, un juego de percepciones y ambiciones. En Colombia, como en muchas democracias, la figura de la reelección ha sido un tema de intensa controversia. A pesar que la vivimos en nuestros últimos tiempos con Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos, Petro, con su afirmación, parece señalar que los expresidentes, en lugar de apoyar la reelección, se muestran temerosos de ella. Este hecho, de ser cierto, revela una paradoja interesante: la reelección debería ser vista por los expresidentes como una oportunidad, o como una amenaza?
Desde la perspectiva de Petro, la reelección no solo representa una posibilidad de continuidad para su administración, sino también una plataforma para los expresidentes interesados en retomar el poder. En teoría, un expresidente que busque reelección tendría la ventaja de la experiencia acumulada y el conocimiento previo del aparato estatal. La falta de interés o el temor manifestado, según Petro, sugiere una preocupación subyacente sobre la viabilidad de una candidatura y la capacidad para competir en un contexto político cambiante.
Sin embargo, este temor puede entenderse en el marco de la fragmentación política y la creciente polarización en el país. Los expresidentes, al igual que muchos políticos, pueden estar conscientes de los riesgos asociados con un ambiente electoral volátil y divisivo. La experiencia de administrar en un contexto tan polarizado puede haber dejado secuelas, haciendo que la idea de una reelección o de volver a un cargo de alto perfil resulte intimidante.
Adicionalmente, el comentario de Petro puede reflejar una estrategia política más amplia para desviar la atención de las críticas hacia su propio gobierno. Al enfocarse en el miedo de los expresidentes, Petro podría estar buscando consolidar su posición y desviar el escrutinio hacia sus propias políticas y retos administrativos, que han sido permanentemente golpeados con hechos de corrupción de funcionarios de su gobierno y de su familia. Esta táctica es común en la política, donde las controversias y las acusaciones mutuas sirven para distraer del análisis crítico de la gestión actual.
Es esencial que el debate sobre la reelección y el papel de los expresidentes se manejen con seriedad y reflexión. En lugar de enfocar en el temor o las especulaciones, deberían centrarse en cómo las instituciones y las leyes pueden ser reforzadas para garantizar la transparencia y la integridad del proceso democrático. La verdadera fortaleza de una democracia radica en su capacidad para enfrentar los diferentes desafíos y necesidades del pueblo, no en el miedo a ellos.
En última instancia, el comentario del presidente Petro sobre el miedo de los expresidentes abre una ventana a una conversación más amplia sobre la política colombiana. Más allá de las declaraciones, es crucial que los ciudadanos y los líderes políticos se enfoquen en construir un entorno político donde la competencia se base en ideas y propuestas en combatir y denunciar la corrupción y poner puntos de equilibrio en los procesos de la mal llamada “Paz Total”, no en el miedo. La retórica y la incertidumbre. La verdadera fortaleza de la democracia reside en la capacidad de sus actores para enfrentar las situaciones con valentía e integridad.
Oscar Fernando Cortes H. Editor Periódico Hoy es Viernes.