Dentro del conjunto de cantantes que han hecho de Colombia un semillero de música popular, amalgama de bambuco, ranchera, tango, bolero y vals ecuatoriano, es ineludible la mención al veterano Óscar Agudelo Márquez.
Nacido en Herveo, Tolima, el 23 de septiembre de 1932, desde los ocho años se involucró en el mundo de la canción en una parroquia de la población de Padua, en el mismo departamento, donde fungió como monaguillo.
Luego, a sus once años, se presentó en sociedad ante un grupo de sastres en Armero, y de ahí se daría no sólo a recorrer otros municipios de la región sino a aprender el noble oficio de la sastrería. Luego de concluir su bachillerato en Ibagué residiría un tiempo en Girardot como empleado de un almacén. Allí ganó su primer concurso de aficionados en radio.
En cierta oportunidad fue invitado a enrolarse en la Compañía de Comedias Martín, en reemplazo de un cantante principal que se había indispuesto a consecuencia del trago. Luego viajó a Pereira donde formó trío con el cantante tumaqueño Nelson Ibarra y su colega ecuatoriano Alfonso Medina, los populares Ibarra y Medina. Junto con ellos empezó a alternar con otros artistas populares hasta el día en que fue descubierto por un agente de la disquera Sonolux, que lo instó a emplazarse hacia Medellín, donde empezaría su exitosa carrera discográfica.
Si bien esa primera propuesta para grabar no se consolidó, Agudelo terminó registrando sus primeros sencillos en la competencia, Zeida-Codiscos, en 1954. Fueron ellos ‘Desde que te marchaste’, del puertorriqueño Guillermo Venegas Lloveras, y ‘China hereje’, del argentino Juan Pedro López. Aunque sería cosa de tiempo antes de que los directivos de aquella otra casa disquera se arrepintieran y decidieran ofrecerle un contrato de exclusividad.
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Poco tiempo después le encomendaba la grabación de la que sería su canción más célebre, el tango ‘La cama vacía’, original de los argentinos Juan Manuel Pombo y Alberto Cosentino. Dicha pieza se convertiría en su carta de presentación mayor y la suya se haría la versión más célebre del doliente tema.
Luego vendrían otras famosas canciones como ‘Quisiera amarte menos’, ‘Fue un día de sol’, ‘Cuando miran tus ojos’, ‘Rosas de otoño’, ‘Mujer ingrata’, ‘Esos tus ojos negros’ y ‘Bajo el cielo azul’, entre muchas otras, completando un total de 36 discos de larga duración en vinilo, 13 CDs y un DVD.
A partir de 1957 se da a las giras internacionales, en principio por Perú, Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay. Luego haría lo propio por los Estados Unidos y Europa.
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Estuvo residiendo un tiempo en la población vallecaucana de Guacarí, luego decidió radicarse en Bogotá. De vez en vez, cuando es convocado y siente la necesidad de volver a los escenarios, sigue estando a la orden de su público en vivo.
En 2016, la periodista Lizeth García lo visitó en su casa. En ese momento se encontraba planificando una nueva gira por Norteamérica. Ella escribió para nuestra página web lo siguiente: “Tenía una cita. Sí, una cita con Óscar Agudelo, más conocido como el Zorzal Criollo. Aquel que en sus presentaciones musicales logra estremecer los escenarios con miles de seguidores. Y no es para menos, Agudelo con su emblemática canción ‘La cama vacía’ logra aguar los ojos de mi padre, de sus amigos y a los de la generación que vivió el auge musical de este gran artista”.
TRISTE ADIOS A LA LEYENDA.
La música colombiana llora la partida de una de sus figuras más queridas y respetadas, el reconocido músico Oscar Agudelo. Nacido en Herveo, Tolima, el 23 de septiembre de 1932, Agudeo dejó una huella imborrable en la escena musical colombiana, conquistando corazones con su talento y dedicación a lo largo de los años.
Óscar Agudelo, desde una temprana edad, mostró su amor por la música al involucrarse en el mundo de las canciones en una parroquia de Padua, en el mismo departamento de Tolima. A los ocho años, fungió como monaguillo, marcando el comienzo de una vida dedicada al arte y la melodía. A los once años, dio sus primeros pasos en el escenario al presentarse ante un grupo de sastres en Armero, una experiencia que lo llevaría a recorrer otros municipios de la región, sembrando su semilla musical.
No solo limitado a la música, Agudelo demostró su versatilidad al aprender el noble oficio de la sastrería durante sus viajes por la región. Después de completar su bachillerato en Ibagué, se estableció en Girardot, donde trabajó como empleado en un almacén. Fue en esta ciudad donde ganó su primer concurso de aficionados en radio, consolidando su posición como un talento emergente en la escena musical.
La música de Óscar Agudelo trascendió las fronteras regionales, resonando con personas de todas las edades y estratos sociales. Su legado perdurará en las notas de sus canciones, que capturan la esencia y la riqueza cultural de Colombia.
Hoy, el país despide a un icono musical, pero su música seguirá viva en el corazón de quienes tuvieron el privilegio de escucharla. La partida de Óscar Agudelo deja un vacío en la escena musical colombiana, pero su influencia perdurará como un recordatorio eterno de la belleza y el poder de la música auténtica y apasionada.