Carlos Ramón González recuerda bien las habilidades que lo llevaron a ser escolta de Jaime Bateman, primer comandante de la guerrilla del M-19 a la que perteneció. Es de pocas palabras, bajo perfil y escasas apariciones en medios –como casi todos los guardas–, pero se mueve entre poderosos, se mezcla con ellos y sabe proteger bien a los suyos.
Una vez llegue al Departamento Administrativo de la Presidencia, como se cree que lo hará, González cambiará de espalda a cuidar, pero tendrá las mismas funciones: proteger al presidente Gustavo Petro y vigilar de quiénes se rodea mientras dirige el Dapre, uno de las entidades más importantes de la Casa de Nariño que funciona como el gran “computador” desde el que se manejan la burocracia de la Casa de Nariño.
Con la supuesta salida del actual director, Mauricio Lizcano, cuyo retiro sería inminente según se rumora en los pasillos de la Presidencia, González llegaría a un cargo clave en el que aún se dan las últimas estocadas de la reestructuración de la Presidencia, varios cambios administrativos que definen el equipo más cercano de Petro.
En la práctica, el nuevo director llegaría a un cargo que solo el año pasado tuvo un presupuesto de más de 3.000 millones de pesos y que tiene la capacidad de crear y suprimir cargos en Palacio, y hasta de reasignar responsabilidades.
Un ejemplo de esto último fue lo que Lizcano hizo con los temas de la paz total. En los ocho meses que lleva en ese cargo, el director empezó a mover fichas para que la implementación del Acuerdo de Paz quedará a manos del Alto Comisionado para la Paz y no en una dirección independiente.
Un cambio poderoso que, en la práctica, le dio más poder al comisionado Danilo Rueda y que, tras no funcionar, le dio un empujón más a Lizcano para salir de la Casa de Nariño. Esa es solo una muestra del poderío político de esa entidad que, ahora, pasaría a manos de un curtido político de las entrañas de la Alianza Verde. ¿Quién es entonces Ramón González?
El bastión de los “verdes”
Pese a sus orígenes rasos como escolta y “radio operador” del comandante guerrillero Bateman, González rápidamente se unió al ala política del M-19 y conoció allí al presidente Petro.
Tras la desmovilización de ese grupo armado en 1990, González hizo parte del partido político que surgió de ese acuerdo de paz y, posteriormente, fundó lo que hoy se conoce como la Alianza Verde, una bancada de la que era copresidente hasta este jueves, cuando renunció para, supuestamente, ocupar su nuevo cargo.
Con 65 años y casi la mitad de ellos metido en la política, González fue asesor de la Asamblea Nacional Constituyente del 91 y representante a la Cámara hasta 1994. Un año después fue elegido por dos períodos consecutivos como concejal de Bucaramanga, capital de su natal Santander.
Ya estando en la legalidad, González convirtió ese departamento en su bastión político y llegó a juntar bajo las toldas “verdes” a personajes de la talla de Antanas Mockus, Enrique Peñalosa, Luis Eduardo Garzón, Sergio Fajardo y Marta Lucía Ramírez; políticos que, desde orillas tan diferentes, se unieron en un grupo de candidatos presidenciales que en ese entonces se conoció como “quíntuples”.
Precisamente es esa habilidad para moverse entre partidos e ideologías la que le alaban y le critican. Mientras unos ven “un negociador y estratega que le haría fácil la vida a Petro”, como dijo uno de los “verdes”, otros lo pintan como un hombre que sabe “camuflarse y acomodarse al mejor postor”. Otros partidos, incluso, no lo bajan de “lagarto” y “clientelista”.
Sobre esa supuesta habilidad para poner a los suyos en cargos de poder, se sabe que González tiene a su sobrina, Astrid Uribe, como directora de Prensa del Partido y que su esposa, Luz Dana Leal, es la actual directora de Empleo y Emprendimiento del SENA.
Desde allí, el sindicato de trabajadores de Santander –que es uno de los más importantes del Sena– denunció que “los verdes y petristas” se habían tomado con “clientelismo y burocracia” la sede de esa importante entidad del Estado. (Ver fácsimil)
Textualmente, el sindicato dijo sobre la esposa de González que Leal “fijó sus ojos en el departamento, el bastión político de su marido, al punto que desde el primer día ha estado despachando desde allí, paseándose por el Despacho Regional como “Gamonal por su finca”.
Como esa, González tiene dos sombras más: una condena por falsedad en documento público para pasarse topes de su campaña para concejal, y alianzas políticas con alias el Tuerto, quien fue condenado por parapolítica y, hoy por hoy, es investigado por sobornos a la JEP.
Con todo eso, González estaría listo para ocupar la silla vacía que dejaría el actual director. Aunque no es una noticia confirmada –y hasta han sonado otros nombres como el director de la UNP, Augusto Rodríguez– se cree que lo único que falta es la confirmación del presidente.
Con esas movidas, la Alianza Verde que vio nacer González, y cuyo liderazgo no desampara desde entonces, quedará a la espera de quien ocupará su lugar, un puesto clave que ha logrado mediar con los gobiernos de Uribe, Santos, Duque y Petro. Por orden natural, esa silla le correspondería a Angélica Lozano o Claudia López, aunque la palabra final, como siempre ha sido, la tendrá el posible nuevo director del Dapre.
Lizcano se iría del Gobierno Petro con partido político propio
La salida de Mauricio Lizcano del Dapre se rumora en la Casa de Nariño desde hace una semana. Pese a eso, el director ha dicho que no sabe nada sobre su supuesta salida.
Este viernes también le dijo a este diario que sostendrá una conversación con el presidente Petro tras su llegada del viaje a Estados Unidos.
Si en ese encuentro se define su salida, Lizcano “caería parado” en el mundo político, pues el Consejo Nacional Electoral le concedió la personería jurídica a su partido “Gente en Movimiento” y podrá dar avales para las elecciones regionales.
Elevados costos y presunto acoso
En ocho meses en el Dapre, Lizcano lideró una reestructuración de la Presidencia con la que suprimió 130 cargos por orden del jefe de Estado. Pese a que en esa actuación fue ágil y le ahorró al erario público cerca de $9.000 millones anuales, según cifras oficiales, Lizcano falló en otros puntos claves como en ayudar a acelerar la creación del Ministerio de la Igualdad y en sostener relaciones sólidas con dos asesores claves de Petro: Laura Sarabia, su jefa de gabinete y Germán Gómez, secretario de comunicaciones.
Sumado a eso, Lizcano –que es cercano al Partido de la U y de los Liberales– se vio involucrado en dos escándalos con costo político para el Gobierno. El primero tuvo que ver con elevados costos para dotar Casa de Nariño que implicaron compras de televisores, cortinas y hasta plumones de ganso, y dos meses después se destapó una denuncia anónima de una mujer que aseguró que Lizcano la acosó en el Congreso durante su paso como senador, a cambio de darle un puesto en el trabajo.