Tantos comentarios negativos y muy pocos positivos sobre la hermana Cristina y su nueva vida.
Cuando una religiosa o un seminarista dejan su formación no siempre es por cosas malas, sino simplemente van en busca de la felicidad, pues en su discernimiento vocacional descubren lo que en verdad los hace felices.
En definitiva, Cristina es hoy una mujer nueva, que no niega su pasado pero que está dispuesta a seguir adelante con su vida: “Cambié de vestido pero la esencia sigue siendo la misma. Hoy vivo en España y soy camarera, vivo con una sonrisa. ¿El amor? Después de Jesús, siempre creo en ello”.
Oremos por nuestra hermana Cristina y que Dios le de mucho éxito en sus nuevos proyectos.