En el aniversario 37 de la toma y retoma del Palacio de Justicia se registró un acto sin precedentes: el presidente Gustavo Petro acudió a la eucaristía en la Catedral Primada de Colombia para hacer un acto simbólico de conmemoración a este trágico suceso, que ocurrió entre el 6 y 7 de noviembre de 1985 y que fue perpetrado por la extinta guerrilla del M-19, en la que el mandatario militó.
El Jefe de Estado acudió a esta histórica cita en una actitud silenciosa y mesurada, y aunque prefirió no dar declaraciones por respeto a la magnitud del evento, compartió en el mismo con la vicepresidenta Francia Márquez; el Nuncio Apostólico en Colombia, monseñor Luis Mariano Montemayor; el Arzobispo de Bogotá y Primado de Colombia, monseñor Luis José Rueda; magistrados de las altas cortes y familiares de algunas víctimas de este holocausto.
Aunque el Presidente no dio declaraciones, los ojos estuvieron puestos encima suyo, pues su figura fue protagónica en el acto de conmemoración, ya que –además de asistir a la eucaristía– se reunió con los magistrados de las altas cortes y su Gobierno hizo oficial la declaración del Cristo de la Corte Suprema de Justicia como un bien de interés cultural del ámbito nacional.
Si bien el Mandatario no se pronunció en el marco de esta conmemoración, con sus declaraciones del pasado ha dejado en evidencia cuál es su postura frente a la toma del Palacio de Justicia. Petro ha insistido que este acto violento ocurrido hace casi cuatro décadas atrás pudo haber sido un error del M-19, pero ha señalado que la toma se dio como una respuesta a acciones hostiles del Estado contra ese grupo guerrillero. Además, ha aclarado que no se involucró en su materialización.
Simbólico, pero silencioso
La presencia de Petro en el acto de homenaje a la memoria de las víctimas de la toma y retoma del Palacio de Justicia fue un hecho trascendental en términos de reconciliación, pues a pesar de que él no estuvo presente en el acto terrorista, sí llegó a portar las banderas del grupo que lo cometió, por lo que de una u otra manera su figura hace referencia a uno de los victimarios de este hecho violento en el que también tuvo responsabilidad en actos criminales el Ejército.
A pesar de lo significativo de la asistencia del Presidente, llamó la atención que su acto de conmemoración fuera silencioso, pues al estar en la primera fila durante la eucaristía se le notó discreto y callado, y después de que concluyó el evento prefirió no atender las preguntas de la prensa. Por eso, a pesar del simbolismo que representó su participación en la actividad religiosa, su presencia contrastó con el acto previo en homenaje a las víctimas.
Horas antes de la misa, durante la mañana de este viernes, en el Palacio de Justicia tuvo lugar un acto de honor a la memoria de las víctimas por medio de la placa “que cese el fuego”, que fue inaugurada en un acto para recordar a quienes fueron asesinados y desaparecidos forzosamente en este oscuro capítulo de la historia de Colombia.
La encargada de iniciar este acto fue Alejandra Rodríguez, hija de Carlos Rodríguez, quien era administrador de la cafetería del Palacio de Justicia y todavía sigue desaparecido. Alejandra, quien apenas tenía 35 días de nacida cuando su papá desapareció, aseguró que la lucha de los familiares de las víctimas de este hecho es la que ha permitido que se conozcan las graves violaciones a los derechos humanos que se registraron entre el 6 y el 7 de noviembre de 1985.
“Estamos aquí presentes para rememorar estos hechos con el propósito de que después de 37 años se obtengan los derechos de justicia y verdad que se han mantenido en negación, no solo para los familiares de los desaparecidos del Palacio de Justicia sino también para las víctimas y la sociedad”, señaló Alejandra.
A pesar de que el Jefe de Estado no estuvo presente en esta actividad, sí puso su grano de arena desde el Ejecutivo para honrar la memoria de lo sucedido, ya que en su lugar estuvo la ministra de Cultura, Patricia Ariza, quien firmó la resolución 0401 que le da al Cristo que sobrevivió a la barbarie (ver nota anexa) el reconocimiento como patrimonio que debe ser protegido.
Después de firmar el documento que establece medidas para garantizar la conservación de esta figura religiosa, Ariza planteó que, tanto para los creyentes como para los no creyentes, esta resolución es importante debido a que el Cristo “fue testigo de lo que sucedió y también será testigo de que esto nunca más vuelva a suceder en Colombia”.
Después de poner los arreglos florales en la placa, varios de los magistrados de las altas cortes expresaron su voz de solidaridad con las víctimas y de rechazo con este hecho criminal que acabó con la vida de 90 personas entre magistrados, funcionarios, civiles, guerrilleros y uniformados.