“Quíteme las esposas” y “se había demorado”. Esto fue lo que le increparon dentro de una tanqueta del Esmad tres integrantes de la primera línea al viceministro del Interior, Gustavo García, quien fue enviado por el gobierno de Gustavo Petro para intermediar en su liberación. Estaban retenidos porque, presuntamente, atacaron a piedra el carro del director de la Policía, general Henry Sanabria.
La escena se presentó en las inmediaciones del Portal Américas de Transmilenio –en Bogotá– y duró dos minutos, tiempo suficiente para que los detenidos le cantaran la tabla al funcionario, quien terminó cediendo a la petición que le hicieron: ser liberados.
Ese “perdón social” de Gustavo García a los jóvenes terminó convirtiéndose en la primera escena tangible de una promesa que hizo el mandatario a quienes participaron en el estallido social: la liberación de los jóvenes retenidos y que son acusados por vandalismo.
120 segundos en la tanqueta
“Que nos quiten las esposas, por favor, que nos quiten las esposas”, fue otra petición que le hizo una mujer detenida en medio de las protestas del domingo en Bogotá al viceministro del Interior.
La joven estaba en la misma tanqueta de la Policía a la que la llevaron a ella y a sus dos compañeros de causa después de participar en las manifestaciones en las que resultó violentado el carro del general Sanabria.
Fue a esa tanqueta a la que arribó el viceministro García después de salir de una reunión familiar, afanado, vistiendo tenis y camiseta leñadora para hacer lo que ningún Gobierno había efectuado: mediar en una captura de integrantes de la primera línea para evitar que fueran llevados a la cárcel. Fue tal el revuelo de sus acciones que la oposición ya radicó una queja ante la Procuraduría para pedir que se investigue esa determinación.
La versión oficial de la Policía habla de dos detenidos, pero las imágenes dieron cuenta de que eran tres las personas que estaban en ese automotor. La tercera de ellas era una mujer que vestía chaleco de prensa.
El viceministro y los capturados no estaban solos. Junto a ellos tomaron asiento dos gestores de paz de la Alcaldía de Bogotá y uniformados de la Policía y del Esmad, que habían estado a cargo de la retención de los jóvenes que, presuntamente, participaron en desmanes.
Ese automotor parecía una isla en medio de una cantidad indeterminada de jóvenes que gritaban desde afuera “que los suelten, que los suelten”, un llamado al que el viceministro atendió como si fuera una orden presidencial.
Mientras la mujer le pedía a García, y no a uno de los agentes de Policía que estaba en el lugar, que la dejara en libertad, él hizo una un paneo del vehículo. Hasta se le vio sonreírles a los detenidos en la tanqueta.
La escena se presentó en las inmediaciones del Portal Américas de Transmilenio –en Bogotá– y duró dos minutos, tiempo suficiente para que los detenidos le cantaran la tabla al funcionario, quien terminó cediendo a la petición que le hicieron: ser liberados.
Ese “perdón social” de Gustavo García a los jóvenes terminó convirtiéndose en la primera escena tangible de una promesa que hizo el mandatario a quienes participaron en el estallido social: la liberación de los jóvenes retenidos y que son acusados por vandalismo.
120 segundos en la tanqueta
“Que nos quiten las esposas, por favor, que nos quiten las esposas”, fue otra petición que le hizo una mujer detenida en medio de las protestas del domingo en Bogotá al viceministro del Interior.
La joven estaba en la misma tanqueta de la Policía a la que la llevaron a ella y a sus dos compañeros de causa después de participar en las manifestaciones en las que resultó violentado el carro del general Sanabria.
Fue a esa tanqueta a la que arribó el viceministro García después de salir de una reunión familiar, afanado, vistiendo tenis y camiseta leñadora para hacer lo que ningún Gobierno había efectuado: mediar en una captura de integrantes de la primera línea para evitar que fueran llevados a la cárcel. Fue tal el revuelo de sus acciones que la oposición ya radicó una queja ante la Procuraduría para pedir que se investigue esa determinación.
La versión oficial de la Policía habla de dos detenidos, pero las imágenes dieron cuenta de que eran tres las personas que estaban en ese automotor. La tercera de ellas era una mujer que vestía chaleco de prensa.
El viceministro y los capturados no estaban solos. Junto a ellos tomaron asiento dos gestores de paz de la Alcaldía de Bogotá y uniformados de la Policía y del Esmad, que habían estado a cargo de la retención de los jóvenes que, presuntamente, participaron en desmanes.
Ese automotor parecía una isla en medio de una cantidad indeterminada de jóvenes que gritaban desde afuera “que los suelten, que los suelten”, un llamado al que el viceministro atendió como si fuera una orden presidencial.
Mientras la mujer le pedía a García, y no a uno de los agentes de Policía que estaba en el lugar, que la dejara en libertad, él hizo una un paneo del vehículo. Hasta se le vio sonreírles a los detenidos en la tanqueta (ver fotogramas).
Procuraduría quiere sacar a los caballos de la Policía de la protesta social
Mientras los gestores de convivencia documentaron los datos de los capturados, el viceministro García se volvió a dirigir a ellos: “Esto es con diálogo, si no nos hablamos, no nos vamos a poder calmar”, les dijo.
Quienes estaban en el paredón eran Jairo Esteban Hernández, Johana González Gaona y Nataly Stefania Vásquez Torres, según los mismos nombres que entregó la institución. Uno de ellos tiene antecedentes penales, pero la autoridad no entregó detalles sobre quién era la persona que ya sumaba líos con la justicia.
Con el viceministro García junto a ellos, un oficial de policía les quitó las esposas a la mujer y al hombre que minutos antes habían sido detenidos. No contentos con la escena, la mujer que tenía el chaleco de prensa comenzó a reclamarle al viceministro.
“Su mercé llegó tarde porque no se dio cuenta cuándo nos metieron”, le reclamó. “Llegué lo más pronto que pude, de verdad que se me hizo difícil, yo la verdad estaba con la familia”, se excusó el funcionario del Gobierno frente a los integrantes de la primera línea.
El regaño de la marchante al viceministro continuó. “Es importante que del territorio del portal resistencia se empiecen a construir espacios de paz, esto no puede seguir pasando. En cada manifestación a diez o doce pelados (los cogen)”, le interpeló la comunicadora al viceministro, sin dejarlo responder cuando él le pedía conversar. Después de ese cruce de frases, el funcionario acompañó a los ahora excapturados a descender del carro.
Un cruce de versiones
Las escenas de lo que pasó dentro de esa tanqueta se reconstruyen a partir de los videos que circulan en redes y las declaraciones cruzadas de García, la consejera de la juventud, Gabriela Posso, y del general Sanabria, quien tuvo que salir a dar la cara por la confusa intervención del Ejecutivo en la diligencia policial.
Esta última institución asegura que tuvo que actuar cuando estas personas comenzaron a arrojar piedras a los carros. Fue durante esa intervención, según el relato oficial, que capturaron a dos jóvenes que fueron esposados y llevados a la tanqueta. Ellos, además de la persona con chaleco de prensa, son quienes se ven en el video.
Como si estuviera leyendo un telegrama, el director Sanabria salió a aclarar los hechos en una breve declaración. “El viceministro se presentó con el propósito de lograr el diálogo con estos jóvenes para evitar que siguieran afectando lo público y lo privado al paso de ellos por las diferentes vías. La presencia del viceministro tuvo como propósito exclusivo dejar que estos jóvenes no utilizaran la violencia como forma de manifestación pública”, puntualizó.