Si ubicamos esta reunión en el contexto mundial, en el globo, en nuestro planeta, salta a la vista un problema urgente, prioritario y estratégico, que hoy nos está afectando en nuestras regiones, en nuestra producción agraria, en nuestra capacidad para tener una soberanía alimentaria, y es la guerra.
Hay una guerra que amenaza extenderse en el tiempo y en la geografía, vinculando diversos países de una y de otra manera, y afectando aún más las débiles condiciones económicas, sociales y ambientales por las que atraviesa el mundo.
Así que yo les solicitaría en la declaración hacer un exhorto, un llamado a iniciar conversaciones de paz entre Ucrania y Rusia, para posibilitar, por lo menos, que esta palabra empiece a discutirse en el escenario internacional y que vayan cogiendo fuerza y espacio respecto a la otra palabra: la guerra.
Y hablando de paz, indudablemente nuestros países, viniendo yo de Colombia, ha aparecido en las últimas décadas una realidad que cada vez más, que cada vez rompe completamente la estructura de derechos humanos de cada sociedad, que desestabiliza instituciones, que carcome la democracia y que nos va conduciendo a la violencia.
No es gratuito, no es una paradoja que, si uno pone en un mapa de América, las ciudades más violentas del mundo, trazan el recorrido de la exportación de la cocaína.
No es una paradoja que tengamos, a pesar de que las guerras existen en otras partes del mundo, las ciudades más violentas del planeta.
Eso que está sucediendo, convirtiéndonos en una de las regiones más violentas del planeta, tiene que ver con un fracaso. Hemos fracasado en los últimos 50 años, en algo que se llamó la guerra contra las drogas.
Su balance es un millón de latinoamericanos muertos, la mayoría colombianos, cada vez más mexicanos, cada vez más centroamericanos, cada vez más suramericanos.
Hay millones de norteamericanos presos, millones de latinoamericanos presos.
Las estadísticas en Estados Unidos hablan —después de 50 años de guerra contra las drogas— que 70.000 personas mueren cada año por sobredosis de otras drogas, a las cuales no se les hizo la guerra: el fentanillo.
Si proyectáramos hacia adelante tendríamos otro millón de latinoamericanos muertos, tendríamos millones de latinoamericanos presos, millones de norteamericanos presos, la mayoría de raza negra, y habría 2.800.000 estadounidenses muertos por sobredosis, por algo que nosotros no producimos: el fentanillo.
Conferencia para discutir política antidrogas
Yo creo que esta realidad amerita que de la Comunidad Andina convoquemos una conferencia de países centroamericanos, suramericanos, caribeños, para discutir la política de drogas, evaluarla, sopersarla con los números, ver objetivamente si conduce a algún puerto, o si al contrario nos está hundiendo en el fondo de un abismo violento, sanguinolento, antidemocrático.
Tres. El mundo, también, nos coloca en unas circunstancias especiales para esta reunión.
La ciencia ha determinado que nos podemos extinguir, quizás, ninguno de estos 22 consejos tuvo antes el escenario de una posible extinción de la humanidad. A veces olvidamos la ciencia, a veces no le damos importancia, pero debería ser el principal problema a asumir por cada rincón, por cada país del planeta.
Ese problema que la ciencia coloca como el principal problema de la humanidad, es la crisis climática.
Nosotros, como bien dice el Presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, somos el gran reino de la biodiversidad mundial. Tenemos una de las grandes esponjas de absorción de CO2 después de los océanos, que es la selva amazónica.
En cierta forma aquí están los pilares de la vida, pero a veces no somos conscientes de ello, por eso, la Comunidad Andina tiene que tomar este tema de la crisis climática como uno de sus ejes centrales en su acción presente y futura.
¿Qué le corresponde hacer a la Comunidad Andina en medio de este contexto, que nos va determinando el planeta sobre nosotros? ¿Cómo actuar? ¿Cuáles caminos coger hacia adelante?
Y yo propondría unas nuevas perspectivas para discutir.
Incluir a Chile y Argentina en la CAN
Creo que debemos ser más poderosos, juntar más voces. Creo que las solicitudes de Chile y Venezuela deben ser tenidas en cuenta, volver al primer escenario de la Comunidad Andina, donde ellos integraban este instrumento de integración.
Si Argentina se acerca, mejor. Entre más voces juntemos, pongamos de acuerdo, integremos, mejor, más poderosa será la voz, pero sin olvidar los problemas que tenemos como países en nuestro propio interior.
Si Colombia lo que tiene es una violencia eterna, por ejemplo, si los caminos de la democracia se están desgastando, qué bien sería que la Comunidad Andina pudiera ampliarse bajo un acuerdo mínimo.
El respeto a la Convención Americana de los Derechos Humanos, que se firmó por allá en el año 1972, por liberales ideológicamente, que eran presidentes en esa época, antes de que llegara la época de las dictaduras militares, antes de que llegaran las guerras revolucionarias y que quedó interrumpido por un espacio como de 30, 40 años, que hoy podríamos recomenzar, pero para eso la Comunidad Andina tiene que tener poder.
Si logramos integrar de nuevo a Chile, a Venezuela y a Argentina como nuevo escenario, yo creo que esto cambiaría sustancialmente y que nuestra voz se escucharía mucho más claramente en los escenarios mundiales.
Dentro de las perspectivas de lucha contra el cambio climático se nos coloca una serie de objetivos que deberíamos planificar como Estado.
Una planificación multilateral debería aparecer, como bien lo propusiera la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) en la fundación misma de la Comunidad Andina.
Más fuentes de energía limpia
La planificación, por ejemplo, de tener una red eléctrica integrada con fuentes de energía limpia, exclusivamente, un aporte en la mitigación de la crisis climática.
Lo podemos hacer, prácticamente la red está. Lo que hay que llenarla es de fuentes de energía limpia y las fuentes están, nuestra región es llena de sol —si incluimos a Chile y si incluimos a Venezuela— nuestra región está llena de sol, llena de vientos, llena de agua.
Alguna vez escuché, en algún discurso de estos por televisión, en algún escenario de integración, a diversos presidentes mirando la integración suramericana como un proceso de integración energética, tal como inició la Unión Europea, pero, lo hacían sobre la base del carbón, del petróleo, del gas.
De hecho, nosotros fuimos el quinto exportador mundial de carbón y muchos aquí son potencia en el petróleo y en el gas. Sin embargo, ese mundo va en extinción, se está acabando, si no se acaba ese mundo, se acaba la humanidad.
Luego aquí tenemos la oportunidad de planificar otra vía, que es, precisamente, una integración energética, entre más barata sea la energía eléctrica en nuestros países, más posibilidades de desarrollo, solo que las fuentes de esa energía deben ser las fuentes limpias: el sol, el agua, los vientos, y aquí habría toda una planificación para empezar, para impulsar y hacer en el corto plazo, porque no tenemos más tiempo.
Y hablaría de la conectividad, hablaría de la necesidad de expandir la universidad que nosotros los colombianos no conocemos, la Universidad Andina Simón Bolívar.
Yo le pediría a mi Canciller (Álvaro Leyva), que en diálogo con el Ministro de Educación (Alejandro Gaviria), planteemos el programa de expansión de la Universidad en el territorio colombiano. Todos los países integrantes de esta Comunidad deberíamos enriquecerla, debería ser la Universidad estrella dentro de América, en términos de profundidad del conocimiento de nuestra biodiversidad, de la tecnología, etcétera.
Con los mejores profesores y profesoras posibles, fuertemente financiada; una universidad de vanguardia, porque no será posible el desarrollo, si no nos convertimos en sociedades del conocimiento y sociedades de conocimiento significa priorizar la inversión pública en el saber, en los saberes dentro de la sociedad, extendiéndolos a la totalidad de la sociedad.
Y, finalmente, yo creo que todos estos temas: Mayor fortaleza de la integración, más planificación; descarbonizar la economía, a partir de tratados de recuperación de la selva Amazónica, y de la red eléctrica con fuentes limpias; de expandir sociedades del conocimiento es como podremos plantear —como del inicio de esta comunidad se dijo y se propuso como un objetivo— la industrialización de nuestros países. País que no se industrialice, es pobre.
La riqueza se genera en la agricultura, en su industrialización y en la industrialización. Y, por tanto, tal como los fundadores de esta Comunidad dijeron, a nosotros nos corresponde planificar, planificar la reindustrialización o la industrialización, en términos del siglo XXI, de nuestros países.
Gracias, señor Presidente Lasso.