Una de las personas más conocedoras de los intríngulis de los temas de seguridad en Colombia dijo –refiriéndose al cambio de cúpula militar y de Policía que confirmó este viernes el presidente Gustavo Petro– que “es como si en un mundial de fútbol en vez de la selección de mayores, Colombia hubiera decidido jugar con la sub-19”.
Y es que nunca antes en la historia del país se había visto una barrida de generales tan grande como la que acaban de hacer el Presidente y su ministro de Defensa, Iván Velásquez. Los primeros cálculos indican que de la Policía salieron 24 generales; en el Ejército, 16 tienen que colgar el uniforme; 6 en la Fuerza Aérea e igual número en la Armada.
Eso significa, por ejemplo, que en la Policía solo queda un Mayor General, Henry Armando Sanabria Cely, que fue nombrado como director de la Policía. Los demás son brigadieres formados, pero con menos de un año de experiencia en la categoría de generales. Algo parecido ocurre en el Ejército, donde se cuentan con los dedos de una mano los mayores generales.
Pero no es una sorpresa esta barrida. Ya Petro había advertido como candidato que iba a buscar nuevos liderazgos entre los más jóvenes. Y desde que nombró a Velásquez se entendió que llegaba a dejar por fuera a cualquiera que tuviera un indicio que lo salpicara en alguna irregularidad.
Y, como es sabido, si alguien llega a comandante en alguna rama de la Fuerza Pública, todos los uniformados de su curso o más antiguos deben dar un paso al costado.
En cuanto a los generales del Ejército que salieron, algunos habían sido salpicados por denuncias en torno a posibles violaciones a los Derechos Humanos –un punto de honor para Petro y su ministro–. Sin embargo, hay que decir que no necesariamente son culpables.
En el caso de la Policía se da un fenómeno distinto. Para que el general Sanabria Cely llegara a la dirección tuvieron que colgar el uniforme 10 generales más antiguos que él o de su generación. Pero el gran recorte se dio por el ascenso que hizo Petro de la segunda mujer que llega a la subdirección de la Policía.
Se trata de la brigadier generala Yackeline Navarro Ordóñez, que al llegar a la cúpula dejó en el camino a 12 generales más antiguos que ella.
Es decir, en la Policía, en total, sacaron a 24 generales. Y en la práctica no quedó ninguno experto en inteligencia. “El problema ahora puede ser para el Ministro y para el Presidente; al subir a Jackeline les toca salir a generales que no tenían problemas de corrupción o de Derechos Humanos y, en cambio, sí mucha experiencia que puede ser fundamental para la política de seguridad”, dijo la fuente.
Para entender la dimensión de la barrida cabe recordar que la ocasión en la que más generales habían salido para darle paso a un nuevo director fue cuando Álvaro Uribe, de Presidente, y Juan Manuel Santos, de ministro de Defensa, eligieron al general Oscar Naranjo como Director. Pero en ese entonces la barrida ‘solo’ fue de 12 generales. Y en 1993 se dio una gran purga en la Policía. Al llegar a la dirección, el general Rosso José Serrano sacó a 10.000 policías, pero no había tanto general.
En todo caso, con este revolcón, el nuevo gobierno espera hacer borrón y cuenta nueva a los problemas con la Fuerzas Pública.
El revolcón en la Cúpula sucedió con rapidez. Para hacerse una idea, el exmandatario Iván Duque tardó cuatro meses en aplicar su primera renovación a las Fuerzas, en diciembre de 2018, mientras que Petro decide hacer esa intervención en el día seis de su administración.
Si bien la renovación fue acelerada, terminó consiguiendo el visto bueno de integrantes de la tropa y soldados en retiro porque, afirman, siguió la norma de no tener investigaciones en proceso.
“Entre los que salieron, con una o dos excepciones, han estado involucrados en diferentes tipos de investigaciones”, detallaron desde la Asociación de Oficiales Retirados de las Fuerzas Militares de Colombia (Acore).
La intervención de Petro a la Fuerza Pública trasciende los nombramientos, porque ahora él reclama una tropa que sirva para el desarrollo económico creando nuevas capacidades industriales y comerciales. En otros discursos también planteó fortalecer sus labores humanitarias y de salud, lo que deja ver que serán más las transformaciones que se apliquen a los hombres y mujeres que tienen las armas del Estado.
Es más: el presidente agregó otra línea de acción apuntando que se viene un cambio en el formato de los consejos de seguridad para que, más allá de la información operacional, se presenten datos sociales de las comunidades como si un pueblo tiene, o no, agua.
“El éxito no está en el número de muertos, sino que estribe en que disminuyan sustancialmente los muertos y las masacres y aumenten los derechos y las libertades de las personas”, prometió el mandatario.
Ya Gustavo Petro tiene una cúpula elegida por él, pero ese es apenas el comienzo de un largo proceso de construcción de confianza desde los cuarteles a la Casa de Nariño, cuyo inquilino y su ministro de Defensa han sido de las voces más críticas con los ciudadanos de uniforme.