Más de 39 millones de colombianos están convocados a las urnas este domingo para elegir al próximo presidente de un país que reclama cambios y que llega a las urnas dividido entre las opciones de izquierda y derecha tras una campaña marcada por denuncias de supuesto fraude, atentados y espionaje.
El censo electoral está compuesto por 39.002.239 ciudadanos pero como la abstención en el país suele ser cercana al 50 % se espera que voten unos 20 millones de colombianos en los 12.263 puestos instalados en todo el país por la Registraduría, entidad que organiza los comicios y que a raíz de las fallas que tuvo en las legislativas del 13 de marzo ha sido blanco de numerosas críticas.
La Registraduría comenzó la semana pasada a distribuir el material electoral en todo el país y en los grandes centros de votación, como el de Corferias, en Bogotá, trabajadores ultimaban este sábado el montaje para recibir mañana a decenas de miles de sufragantes.
De los seis candidatos, solo tres tienen posibilidades reales, según las encuestas de intención de voto: el izquierdista Gustavo Petro, del Pacto Histórico; el derechista Federico «Fico» Gutiérrez, de Equipo por Colombia Fico, y el populista independiente Rodolfo Hernández, de la Liga de Gobernantes Anticorrupción.
De ganar Petro, llevaría a la izquierda por primera vez al poder en Colombia, una posibilidad que asusta a muchos por su pasado de guerrillero del desaparecido Movimiento 19 de Abril (M-19), pero principalmente por su ambigüedad ante determinadas cuestiones políticas y económicas.
Sin embargo, dada la división del electorado, es altamente probable que sea necesaria una segunda vuelta el 19 de junio entre los dos más votados mañana.
Los colegios electorales abrirán a las 8.00 hora local y cerrarán a las 4:00 p.m., y se calcula que una dos horas después ya habrá resultados consolidados que permitan saber si finalmente los colombianos tendrán que volver a las urnas tres semanas después.
Con ese panorama termina hoy una de las campañas más hostiles de los últimos años y en la que el fantasma del fraude fue atizado por los distintos candidatos.
Las fallas en el conteo de votos de las legislativas, que fueron corregidas en el escrutinio definitivo, en el cual el izquierdista Pacto Histórico sumó cerca de 400.000 votos más que los que se la habían adjudicado inicialmente, dejó en el aire la sospecha de irregularidades electorales.
Los principales candidatos le han dado hasta último momento a la tecla de la falta de garantías electorales por parte de la Registraduría, e incluso Petro, que el mes pasado denunció un presunto plan para atentar contra su vida, también habló hace una semana de un supuesto plan del Gobierno de suspender los comicios que lo dan como favorito.
Estos comicios serán unos de los que mayor observación internacional tendrán, con la presencia por primera vez de una Misión de Observación de la Unión Europea (UE), que se ha desplegado por todo el país para acompañar el proceso.
«Valoramos su presencia en Colombia para ser garantes del buen desarrollo de las elecciones a la Presidencia de la República», dijo hoy el mandatario Iván Duque, luego de reunirse con la misión de la UE que encabeza el eurodiputado español Javi López.
También está sobre el terreno una misión de la Organización de Estados Americanos (OEA), de la que Duque aseguró hoy que es «muy importante» contar con su «acompañamiento».
A pesar de la supervisión internacional, Petro insistió hoy en que «de nada sirve la presencia territorial de misiones de observación si no se permitió hacer la auditoría técnica de los softwares» de la Registraduría.
«Hasta último momento se impidió dicha auditoria, lo cual no permite tener garantías sobre la ausencia de algoritmos maliciosos que deformen resultados», alertó Petro en sus redes sociales.
«Fico» Gutiérrez, por su parte, pidió este sábado a los ciudadanos que salgan a votar mañana para que el cambio que quieren los colombianos sea para mejorar.
«Vamos a unir a Colombia, no más discursos de odio, no más discursos de lucha de clases, construyamos un país que sea para mejorar, que los cambios sean para mejorar», dijo el candidato de la derecha en su cuenta de Twitter.
Gutiérrez, que hace unas semanas denunció una presunta maniobra de espionaje a su campaña con la instalación de un micrófono en una de sus sedes, lo que atribuyó a la gente de Petro, insiste en que el país no aguanta más división como la vista en esta campaña, algo que parece cada vez más difícil dado el nivel de confrontación en las redes sociales entre simpatizantes de la izquierda y de la derecha.
Para garantizar la seguridad y normalidad en las elecciones, el Gobierno puso en marcha el «Plan Democracia», del cual hacen parte más de 300.000 integrantes de las Fuerzas Armadas y de la Policía.
En el cumplimiento del Plan Democracia, el Ejército indicó hoy que, con 80.000 militares, dará prioridad a 50 municipios de los departamentos de Antioquia, Arauca, Bolívar, Caquetá, Cauca, Chocó, Córdoba, Tolima, Nariño, Norte de Santander, Putumayo y Valle del Cauca, que son los más afectados por el conflicto armado.
Por su parte, la Policía tiene en todo el país más de 94.000 uniformados, cuya máxima prioridad será «la protección de los candidatos presidenciales y sus campañas, y de los más de 12.200 puestos de votación, así como el respeto por los derechos humanos», indicó esa institución en un comunicado.
División y polarización, caracteristicas de estas elecciones.
Quizá hoy es más cierto que nunca: el país sale a votar para definir su futuro. Hay cuatro candidatos con opción real de poder que coinciden en que Colombia debe ser intervenida, pero sus modelos para hacerlo son opuestos. El más opcionado según las encuestas, Gustavo Petro, plantea un cambio de fondo.
En esta contienda política hay de todas las posiciones, y todas tienen verdaderas opciones de conquistar la Casa de Nariño. La izquierda, por primera vez en la historia republicana del país, tiene una opción de ganar con Petro, el candidato del Pacto Histórico, de oratoria firme, apoyos cuestionados y propuestas que pusieron –de forma inédita– al círculo empresarial a hacer un llamado público para que los colombianos “no saltemos al vacío”.
Sin duda, es el aspirante que más resistencia genera entre los sectores tradicionales, y tal vez con motivos, pues entre otras cosas aún no termina de convencer su explicación de cómo sacará adelante una reforma de $50 billones anuales reduciendo beneficios tributarios a los 4.000 más ricos del país. Incluso, sus críticos le enrostran que sus propuestas, que incluyen darles trabajo a todos los que no lo consigan en el sector privado, cuestan más de $130 billones.
Pero, en aras de la verdad –esa que escasea en un escenario polarizado y de guerra sucia como el que sacudió esta campaña, en especial en redes sociales–, Petro es el líder de las encuestas y hay un sector ciudadano que cree en su proyecto. ¿Hay mucho de marketing y populismo? Pues sí, pero desconocer que quienes los siguen lo hacen con firmeza sería mentir.
Si llega a la Casa de Nariño, el cambio de modelo para Colombia podría ser de fondo, aunque también es cierto que este país tiene instituciones fuertes (aunque con baja credibilidad ciudadana, según varias encuestas), y muestra de ello es que en 200 años de historia republicana no ha habido una dictadura militar sanguinaria, como en el resto del cono sur, y se frenó la posibilidad de que un presidente, en ese entonces Álvaro Uribe –némesis de Petro–, se reeligiera en un tercer mandato consecutivo. Incluso, se pudo firmar la paz, con sus cuestionamientos, con la ahora extinta guerrilla de las Farc.
Pero este domingo no solo está en juego el país que propone Petro, al que muchos le auguran la suerte de la Venezuela chavista que tiene a más de 6 millones de sus ciudadanos huyendo de un régimen que empobreció al que fuera uno de los tres países más ricos de Suramérica. También, siguiendo con el orden de las últimas encuestas de intención de voto, está el modelo que propone Federico Gutiérrez (Equipo por Colombia).
Este último, quien a punta de carisma paisa y propuestas centradas en gran medida en la continuidad del modelo actual, se le ha visto madurar políticamente. Fue concejal y alcalde de Medellín, una ciudad de 2,5 millones de habitantes que no da toda la experiencia para ser el jefe de Estado de un país con 50 millones de personas en su territorio.