Fue una sola bala, y no dos como se especuló en un principio, la que atravesó el craneo del coronel Óscar Darío Dávila Torres y lo mató en extrañas circunstancias hace exactamente una semana, el viernes 9 de junio.
Un “rasguño” en la camioneta de lo que parecía ser otro disparo confundió las primeras versiones de las autoridades, pero la claridad llegó siete días después: no se trató de otra bala, sino del mismo proyectil que encontró un orificio de salida e impactó contra el vehículo justo antes de perder la fuerza.
Así lo revelaron investigadores forenses que aseguraron que aún no había un dictamen sobre si se trató de un suicidio o un homicidio culposo.
El caso, que ha estado rodeado de hallazgos y de toda la atención de la prensa, no solo abarca la muerte violenta de un poderoso oficial de la Policía, sino que se llevó consigo uno de los testigos claves en todo el escándalo del robo y las chuzadas ilegales de la entonces jefa de gabinete, Laura Sarabia.
Pese a que esa primera claridad sobre el informe forense –que fue revelada por CM&– mantiene viva la teoría de que se pudo tratar de un suicidio, aún quedan interrogantes sobre las últimas horas de vida en las que el coronel habló con su familia y se dedicó a preparar su defensa.
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Justo ese día en que murió, Dávila terminó de recolectar 50 millones de pesos y se los entregó a uno de los investigadores de quién sería su apoderado, el abogado Miguel Ángel del Río.
Pero no fue solo eso. A las 6:13 p.m., y justo después de que la camioneta parqueara en frente de su vivienda, Dávila habló con su esposa y le dijo que estaba a punto de subir. Tal como lo contó El Tiempo, la mujer le dijo que estaba rezando el rosario y el coronel le contó al policía que lo acompañaba que él no quería “llegar a rezar”.
Acto seguido, Dávila le pidió que le comprara un agua y se quedó solo en la camioneta. Fue ese tiempo sin compañía, y dentro del vehículo, el que investigan las autoridades para esclarecer cómo se dieron los hechos.
Para empezar, ni los vecinos del sector ni el policía que estaba en una tienda a escasos metros de ahí escucharon el disparo que le quitó la vida al coronel Dávila Torres.
¿Habrá usado silenciador para no hacer más dramático el momento?, esa es una teoría que los forenses aún no descartan pero que, basados en su experticia, sería difícil, pues el aparato dificulta el uso del arma y más si se trata de emplearla para dispararse a sí mismo.
Con eso en mente, otra de las prioridades del Cuerpo Técnico de Investigación de la Fiscalía, CTI, se ha enfocado en revisar las cámaras de seguridad del lugar y otras de varias manzanas aledañas intentando establecer todo el recorrido del vehículo en esa última hora en que Dávila estuvo vivo.
Sumado a eso, se espera que el informe forense –que se publicaría este miércoles al mediodía– revele cuál era el estado toxicológico del cuerpo y si tenía restos de pólvora en sus manos y ropa.
Adicionalmente, los investigadores del caso también tienen otros dos frentes de indagación: el celular de Dávila y sus familiares y amigos más cercanos.
Con el teléfono, los peritos buscan ubicar cuáles fueron los últimos mensajes, audios y llamadas que realizó entre el 7 de junio, día en que la Fiscalía allanó el piso 13 de la Dian en el que él trabajaba, y el viernes 9, fecha en la que murió.
Sobre sus familiares y amigos, se sabe que el CTI adelanta una “autopsia psicológica” en la que se busca interpretar cuál era el estado mental del coronel momentos previos a su muerte.
En ese paso, serán entrevistados familiares, amigos y compañeros de trabajo de Dávila. Entre ellos, el policía que lo acompañaba en la camioneta blanca en la que murió y su jefe inmediato, el director de la Casa Militar, coronel Carlos Feria.
Este último también cobra especial relevancia no solo porque conocía a Dávila y le daba órdenes, sino porque quedó como cabeza visible en toda esta investigación en la que la Fiscalía busca establecer quiénes ordenaron chuzar las líneas telefónicas de Marelbys Meza y Fabiola Perea, las dos exempleadas de Sarabia investigadas en el robo.
Por ahora, tanto el coronel Feria como el abogado Del Río fueron citados por la Fiscalía a declarar, sin embargo, ambos se negaron a asistir y postergaron esa diligencia para días siguientes en los que deberán explicar qué sabían de las chuzadas, por qué Dávila entregó 50 millones en efectivo y qué otros puntos relevantes del caso Sarabia pudieron tener lugar en ese piso 13 de la Dian, la sede desde la que el coronel Dávila Torres manejaba las avanzadas del presidente.