Nunca hubo en nuestra historia moderna un día tan significativo que representara la independencia y la libertad como este día, en el que, podemos y queremos decir “cesó la horrible noche y en surcos de dolores el bien germina ya”. Este Congreso, el más diverso de su historia lleno de voces alternativas que por vez primera son mayoría, tienen voz y tienen voto. Estos nuevos rostros, estos liderazgos nuevos, representan entonces no una época de cambio, sino un cambio de época.
Aquí frente a ustedes, hay un nieto de un campesino liberal, el hijo de una madre soltera que me enseñó que la educación era la mejor manera de cerrar la brecha; descubrí que el estado existía a través de la universidad pública. Esas ideas liberales heredadas del abuelo trasmitidas por mi madre y que muchos años después a pocos pasos de aquí dieron vida a un Centro de Pensamiento Liberal Social Demócrata, han orientado y orientarán coherentemente mis acciones.
Llegue aquí gracias a una ola, a una fuerza, a un torrente de cambio que supo conducir Gustavo Petro. Llegué aquí gracias a la confianza de ese líder y a la confianza de mi bancada, la del Pacto Histórico; una bancada bella, casi que insólita, constituida por defensores de derechos humanos, ambientalistas, animalistas, campesinos, afros, indígenas, la mitad de nosotros mujeres. Gracias sobre todo, al mandato popular, a la voz y al voto de los campesinos, de las víctimas, de los jóvenes y de los excluidos de esa Colombia hoy mayoritaria que decidió cambiar su historia.
De esa Colombia donde más de nueve millones de víctimas de familias expulsadas y desplazadas por la violencia nos enseñaron que es posible salir de abajo, avanzar contra las circunstancias e incluso triunfar.
Nunca fui, no soy, ni seré un hombre rico. Solo soy un hombre agradecido con la vida y con las bendiciones del creador.
Aquí estoy como ciudadano, de hecho, lo que somos todos en este lugar señoras senadoras y señores senadores; el único título que a partir de hoy ostentamos es el de ciudadanos senadores, el título de honorables debemos ganárnoslo.
El mandato popular del cambio no es un simple discurso; el mandato popular del cambio debe constituirse en una realidad palpable para millones de colombianos y esa realidad son las reformas; de ahí la relevancia que tendrá este Congreso que hoy se ha instalado, que será reconocido como el Congreso que garantiza el cambio. No solo porque cuenta con una importante fuerza parlamentaria, producto de la respuesta patriótica del llamado del presidente Gustavo Petro a un gran Acuerdo Nacional, sino porque además, aquí se harán las grandes reformas que el país ha esperado por décadas.
Pero insisto, ese cambio no se hace solo por mencionarlo y repetirlo, debemos senadoras y senadores ser un sello de garantía para que así ocurra, y sea verdad el exhorto universal de Thomas Jefferson en su declaración: “todos los hombres son creados iguales, están dotados por su creador de ciertos derechos inalienables como la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”, que ha sido también un clamor criollo expresado así, un día como hoy hace 212 años, a una cuadra de aquí, cuando los 47 miembros de la junta de gobierno de Santa Fe se ordenaron en su proclama “para que esta junta forme la Constitución que afiance la felicidad pública”. Hoy no somos 47 somos 108, pero tenemos la misma obligación de que cada colombiana y cada colombiano tengan derecho a la felicidad.
Debemos ser Garantía de resultados, para que el mandato popular del cambio, cambio por el que votaron más de 11 millones de colombianos, sea una realidad en las leyes que responderán a los legítimos reclamos de los ciudadanos, reflejado en las grandes reformas que serán de beneficio general. Y para dar resultados, aquí hay experiencia y aquí están muchos de los que nos acompañaron en la construcción de los cambios quizás más importantes del siglo XXI: el reconocimiento del conflicto armado y de los derechos de las víctimas, el marco jurídico para la paz y el estatuto para la oposición. Ustedes los que han sido participes de esos cambios y la mayoría de los que llegan por vez primera, juntos todos serán los gestores de cambios aún más profundos, los cambios que garantizarán en la estructura del estado la paz plena, la justicia social y la justicia ambiental que ha proclamado el presidente electo como ruta para Colombia en los próximos años.
Debemos ser también Garantía institucional, para que la tesis de pesos y contrapesos vuelva a operar en este recinto, con el fin de respetar la división de poderes, la discusión democrática, la independencia legislativa y el control político.
Debemos ser Garantía para la oposición, para que las voces que discrepan, tengan aquí el respeto y dignidad merecidos, para que sus posturas sean escuchadas con actitud reflexiva y tenidas en cuenta para construir desde la diferencia.
Debemos ser Garantía de estabilidad, para hablarle a esas dos Colombias: la que ganó con nosotros exigiendo cambios profundos y la que no votó con nosotros por temores. Ahora, tenemos el deber de aliviarlo convocando a construir una sola patria. Esta corporación será garante del respeto a la Constitución para que se mantenga firme nuestra vocación democrática ante la mínima señal o viento que le quiera boicotear, venga de donde venga.
Y también senadores y senadoras debemos ser Garantía de trabajo, para dejar atrás esa perversa imagen de ser un Congreso desconectado e ineficaz. Recibimos una corporación con una imagen negativa del 73%. Pretendo, más que revertir esa amarga percepción, que empecemos a recuperar la confianza ciudadana con gestos de compromiso y trabajo. El poder es de los ciudadanos, nosotros debemos obedecer y dar ejemplo. Por eso apoyaremos un proyecto de ley de iniciativa parlamentaria que hará de este Congreso el más eficaz y más comprometido con su tarea.
Aquí están los rostros de los excluidos, rostros que representan a los millones que allá afuera esperan y exigen respuestas; rostros que tienen la esperanza de que se siente la primera piedra de un largo periodo de construcción colectiva, los rostros de jóvenes que quieren ser partícipes activos de la revolución del conocimiento a través de la reforma educativa, camino para consolidar la paz y la competitividad. El rostro del campesino tallado por el rigor que exige el cultivo de la tierra, que anhela se haga realidad por fin una reforma rural integral que potencie la vida, la agricultura, la producción de alimentos, el aire y el agua. Que aprecie la vocación del campesino y la tierra. El rostro del policía amigo, que aspira a prestar su buen servicio de protección ciudadana, con criterio de autoridad colaborativa y respeto a los derechos humano, cobijado y dignificado por una reforma policial que devuelva la confianza y el afecto en la muy necesaria relación entre nuestra policía nacional y la ciudadanía. Los rostros de quienes serán beneficiados por una reforma tributaria que por fin se rija por criterios lógicos de proporcionalidad para tratar de aliviar cargas provocadas por los efectos y retos que nos presenta la economía global y que genere los recursos necesarios para combatir el hambre, el desempleo y las violencias.
Estos, mis queridos apreciados senadores, son los rostros de los excluidos que estoy seguro, con nuestra voluntad política de hacer cumplir el mandato popular para llevar a buen puerto las reformas necesarias, ya no serán más reconocidos como los rostros de los excluidos sino como los rostros del cambio, los rostros de justicia social, los rostros de la dignidad, de la inclusión y muy particularmente, los rostros de la paz.
Hoy estamos aquí por esos ciudadanos. Y eso nos debe recordar que este Congreso no debe ser un lugar de privilegios, sino un lugar de ejemplo. Hoy damos el primer paso en una ruta donde la ciudadanía se sienta orgullosa y representada por esta institución. Nosotros somos los llamados a materializar el cambio y hacer de Colombia un territorio de paz, con equidad, libertad y que ante todo, garantice una vida feliz para los colombianos.
El presidente electo ha hecho un llamado a que en un año se puedan adelantar las reformas más sensibles y urgentes. Aquí está un Congreso abierto y dispuesto para que la discusión se realice con sentido democrático y criterio de celeridad. Así también, es importante que el gobierno en la muy fluida relación que tendremos, tenga la velocidad, la visión histórica y la articulación indispensable entre los dos poderes, para poder satisfacer la urgente expectativa de la ciudadanía.
Y un llamado a los violentos: este Congreso les dará una oportunidad, en algunos casos, a través de las adecuaciones necesarias en el sistema de justicia transicional y, en otros, a través de disposiciones normativas que faciliten su sometimiento a la justicia ordinaria. La vida de los líderes sociales y ambientales es sagrada, hay que parar la matanza, la vida de todos y de todas es sagrada, las vidas que habitan los aires y las aguas también son sagradas. Paren la matanza, paren la contaminación, paren la muerte.
Dejen las armas, todas las armas. Son colombianos también son hermanos paridos en esta patria, dejemos ya de matarnos.
Amigos Senadores, hermanos en democracia, la gente allá afuera espera mucho de nosotros, tenemos una oportunidad excepcional casi única para demostrar que el cambio es posible, que las reformas son posibles, que la búsqueda de la igualdad es posible, que la consolidación de la paz completa es posible. Apreciados colegas, tenemos en nuestras manos una oportunidad única en nuestras vidas para lograr lo imposible: que los colombianos se sientan orgullosos de su Congreso.
Compañeros, los colombianos nos están viendo, llegó el momento para escuchar a los de afuera para que sepan que realmente ellos tienen el poder aquí adentro.
Siéntanse orgullosos de ser los gestores y protagonistas del cambio.
¡No perdamos más tiempo, hagamos historia y pongámonos a trabajar!